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Precios desorbitados y financiación opaca: el carnaval de Río ya es solo para las élites

Los precios desorbitados han provocado la elitización de una fiesta orientada a los turistas. A ello se suma la opacidad en el origen de la financiación de las escuelas de samba

hace 5 año(s)

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"Con dinero o sin dinero, yo me divierto". Es el lema que este año centra la temática del desfile de la escuela de samba Mangueira, una de las más antiguas y de las más queridas de Río de Janeiro. Con este "enredo" (trama), la escuela que representa la homónima favela, localizada cerca del estadio Maracaná, ironizará este domingo en el Sambódromo sobre los males que aquejan actualmente el carnaval de Río: crisis económica, reducción de los fondos públicos y elitización de una fiesta popular que cada vez atrae a más turistas y deja fuera a los verdaderos protagonistas, el pueblo.

En la actualidad los forofos del carnaval, especialmente los habitantes de las favelas donde nacieron y se desarrollaron las escuelas de samba que cada año desfilan en el mayor 'show' del mundo, no consiguen pagar los precios exorbitantes de las entradas al Sambódromo. Un asiento en las gradas puede costar unos 300 reales (cerca de 75 euros), mientras que las entradas más caras oscilan entre los 2.500 reales (625 euros) en la platea e incluso 5.000 o 6.000 reales (1.250 o 1.500 euros) por una noche en la zona vip con todas las bebidas incluidas. Son sumas inaccesibles para una gran parte de la población, que a duras penas consigue sobrevivir con un salario mínimo de 954 reales (238 euros).



"Las escuelas de samba han apostado por un Sambódromo elitizado, dando prioridad a los turistas", destaca Luiz Antonio Simas, historiador y autor de varios libros sobre el carnaval de Río. Año tras año la televisión muestra la imagen del Sambódromo repleto de extranjeros. El problema es que los turistas a menudo abandonan el recinto antes del final del desfile, que suele durar hasta las 6.00 o 7.00 de la mañana, dejando sectores enteros de las gradas desiertos.

La elitización de una fiesta genuinamente popular no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, el recorte drástico de la financiación municipal del año pasado ha obligado a los actores del carnaval de Río a replantearse cuestiones de fondo referentes a su naturaleza y a su futuro. ¿Para quién está pensada la fiesta? ¿Tiene que ser considerado un 'show' o una manifestación cultural? ¿Es viable seguir con montajes teatrales cada vez ambiciosos con unos recursos cada vez más reducidos?

El dinero es precisamente el protagonista de este carnaval en un año de grave crisis económica. Brasil cerró 2017 con una tasa de desempleo del 12%, o lo que es lo mismo, con 12,6 millones de parados. El déficit fiscal fue de 110.583 millones de reales (unos 27.600 millones de euros), equivalente al 1,69% del PIB. En un escenario marcado por recortes y reformas que pueden mermar los ingresos de trabajadores y jubilados, el año pasado el alcalde de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, decidió reducir un 50% la financiación de las escuelas de samba, destinando tan solo 13 millones de reales (3,2 millones de euros), frente a los 26 concedidos en 2016.///


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